DIRECCIÓN: Calle Antonio Costa, entre Román y
Fernando Corral (en el barrio San Vicente de La Florida). Al norte de Quito.
TELÉFONO: +593 3 803043
PRECIO: entrada libre
El museo de sitio ocupa un territorio donde anteriormente se
encontraron tumbas de culturas ancestrales.
El yacimiento
arqueológico de La Florida se encuentra en una pequeña “planicie” que domina el
sector del aeropuerto de Quito, en las laderas de Pichincha, debajo de una zona
denominada “el sombrerito”, antes ocupada por la antigua hacienda Osorio
(barrio conocido bajo el nombre de San Vicente La Florida -sector Chaupicruz).
Fue descubierto por casualidad, en 1980, al construirse una cancha de fútbol.
Este sitio es una
necrópolis precolombina cuya ocupación fue fechada entre los años 200 y 600
d.C. No obstante, en las proximidades del yacimiento, se habría identificado
una casa del Formativo fechada en el 2 000 a.C., lo cual evoca una presencia
humana mucho más temprana en la zona.
Las sepulturas se
encuentran actualmente bajo techo, y su reconstitución se puede observar desde
una pasarela de madera. Al lado de este conjunto, se encuentra el museo como
tal, el cual exhibe una muestra de las piezas halladas en las tumbas. Por otra
parte, en el museo de sitio, se aprecian muestras de vasijas, fragmentos de
textiles, tinajas, cajas de llipta, túnicas mortuorias con madre perla,
caracoles.
Tal como lo atestiguan
las fuentes etnohistóricas de la Colonia temprana, la zona de La Florida
formaba parte del señorío del cacique “Pillajo e Ipia”, el cual se extendía
hasta Cotocollao. Ipia formaba parte de un grupo de caciques principales
pudientes que controlaban a caciques menores, y habrían basado su poder en el
control de extensas redes comerciales. Del cacicazgo de Ipia dependía así el de
Guamansara, que abarcaba la zona de Rumipamba, a cuyos talleres textiles estuvo
eventualmente asociada La Florida. De hecho, en la actual comunidad de Santa
Clara, todavía subiste el apellido “Guamansara”.
Estos caciques se
aliaron a los Españoles con la intención de expulsar a los Incas de su
territorio, por lo que, a manera de castigo, Rumiñahui los aniquiló en la
quebrada de Pomasqui, cortándole la cabeza a Ipia. Habría sido el grupo cacical
de Ipia el que habría sugerido a los Españoles asentar la ciudad que querían
fundar en las faldas del volcán Pichincha, por tratarse éste de un lugar
protegido de las amenazas volcánicas.
El sitio de La Florida
como tal es un cementerio planificado, con tumbas de pozo profundo. En
superficie, estaba cubierto por un bohío.
La reconstitución de la
tumba que se puede observar actualmente en el yacimiento da cuenta de dos
niveles: el más profundo –y el más antiguo también- cuenta con cuatro
individuos. Sobre este nivel, se presenta otro, subdivido a su vez en dos: una
primera fila de seis individuos, sobre la cual reposan esteras sostenidas con
palos que sirven de base a otra hilera de seis individuos sobrepuesta a la
primera. Los difuntos se encontraron sentados, con las piernas dobladas, las
manos en el pecho y envueltos en un fardo funerario.
Así, la cultura que
ocupó el sitio de La Florida da cuenta de un control total de su entorno
ecológico: sus habitantes conocían perfectamente los lugares idóneos para
ubicar sus asentamientos, especialmente de cara a posibles amenazas naturales
tales como inundaciones o erupciones volcánicas, y al acceso a recursos claves.
Entre la dieta de esta cultura, aparecen la papa, el chocho, el melloco, la
quinua. Se consumía también ciervo y sacha cuy aunque estos dos últimos
elementos formarían más bien parte de comidas de estatus.
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