DIRECCIÓN: calles Venezuela y Carchi, en el barrio San Juan.
TELÉFONO: 2289428
La historia de la Basílica está vinculada a los Padres Misioneros
Oblatos del Amor Divino al Corazón de Jesús y de María, la única Congregación
de Sacerdotes nacida en el Ecuador, fundada por un excepcional y visionario ser
humano, Julio María Matovelle. La Basílica surgió de la idea de
construir un monumento como perpetuo recuerdo de la consagración de la
República del Ecuador al Sagrado Corazón de Jesús, planteada por el padre Julio
Matovelle, diputado de la República en 1883, cuyo acto
fue realizado por el segundo presidente ecuatoriano, Gabriel García Moreno, a
través de un decreto legislativo.
En un prinicipio se pensó eregirla en
un terreno plano, exactamente al norte de La Alameda, en el sector de El Belén;
en donde se pueda lucir un amplio atrio, por lo cual en
el año 1884, la Convención designó comprar unos terrenos ubicados en esta zona,
pero luego de los estudios preliminares se determina que no son lo
suficientemente sólidos para construir un edificio de la envergadura deseada y
que se deberían realizar gastos sumamente altos. En el año de 1884
el Congreso Nacional aprueba su edificación, sin embargo esta no pudo llegar a
buenos términos debido a que se decide cambiar la ubicación de la construcción;
para lo cual el Arzobispo de Quito, José Ignacio
Ordóñez, con fecha 20 de febrero de 1890, propone comprar los terrenos de la
familia Hurtado, vecina de la loma de San Juan, por ser estos mucho más
estables y sólidos, capaces de contrarrestar a los temibles terremotos
ecuatorianos.
Rosetón |
Los terrenos fueron adjudicados por decreto constitucional, del
Congreso de la República del Ecuador en Julio de 1890. De allí en adelante se
localizaría al Templo en lo que hoy son las calles Venezuela y Carchi. Esto lo
convertiría posteriormente, en el mirador privilegiado de Quito, único e
irrepetible.
Desde las alturas de sus torres se puede observar por los cuatro puntos
cardinales la vida y milagros, los contrastes sociales del Quito de antes, de
hoy y de siempre.
El diseño y la planificación
estructural para La Basílica, estuvo a cargo del arquitecto francés Emilio
Tarlier, que ya había tenido experiencia en construcciones similares en España,
Francia e Inglaterra. La influencia europea se destaca en
ella, pues la fachada se parece a la Catedral de Burgos (España) y a la de
Notre Dame (Francia). La diferencia está en el color de la piedra.
Para la
financiación de la obra, el Congreso Nacional, y de acuerdo a la ley de
presupuesto de ese año, designó la cantidad de 12.000 pesos del Erario Nacional
(presupuesto anual); pagaderos a 1000 pesos por mes desde el año 1884. Por
decreto del 3 de julio de 1885, el IV Concilio Provincial Quiteño convirtió la
construcción de la Basílica en compromiso religioso a nombre del país. Con
aprobación del Papa León XIII, se comenzó la construcción del monumental
edificio. Para lo cual en el año de 1890 se puso la primera piedra. La
concepción de los sacerdotes oblatos, en aquella época, era que la iglesia
debía ser majestuosa “para recordar que representa el consagrado Corazón de
Jesús, que es la justicia social”.
Durante los años
siguientes para proseguir con la construcción, se aceptaron donaciones de
creyentes quienes proporcionaron dinero, mano de obra o materiales de
construcción a cambio de grabar sus nombres en las piedras, nombres que en la
actualidad se pueden apreciar en un muro de 3 metros de alto, conocido como
Muro de las donaciones; adicional a esto el estado en el año de 1895 implantó
un impuesto por las compras de la sal para continuar con la edificación.
La Basílica se
levantó con piedras rosadas traídas del Pichincha y otras de color gris, de la
parroquia Lloa. Las etapas de su construcción están marcadas por dos capillas,
comenzó a construirse desde la capilla del Sagrado Corazón de María hasta 1909,
la decoración de esta es muy colorida, las bóvedas de crucería lucen un color
dorado que le da calidez. A un costado se hallan las patronas de América
Latina, cuenta con 17 espacios, pero solo 14 están ocupados. Las imágenes de
las vírgenes de Chile y Colombia llegaron primero y fueron donadas por las
embajadas de esos países.
El Santuario del
Corazón de Jesús ubicado a la salida de la capilla antes mencionada fue la
construcción con la que se concluyó la gran iglesia. Su altar es diferente al
de la capilla del Corazón de María y rompe con el diseño común en las más
antiguas iglesias de Quito debido a una sobria decoración. Tiene unas letras
doradas sobre un fondo blanco en la base, se trata de un texto que es el
decreto legislativo con el que García Moreno consagró al Ecuador.
A los costados,
detrás, se levantan las tumbas de quienes hicieron posible la obra. En figuras
de cemento descansan los bustos sobre grandes cajas, de García Moreno y
Monseñor Juan Checa y Barba.
En el altar
reposa el cuadro réplica del Sagrado Corazón de Jesús, pintado en Roma por
Rafael Salas y muestra un rayo de luz que sale del corazón de Jesús el cual
ilumina al Ecuador. Tiene un marco de pan de oro y descansa sobre un fondo
rojo.
El templo en si
cuenta con 16 capillas, este número se debe a la cantidad de provincias que
había en el año que se la construyó. En ellas estaba previsto levantar los
altares de las vírgenes de las provincias del Ecuador, pero solo algunas
pudieron ocuparse. Sin embargo en las que estaban vacías se ubicaron santos y
beatos ecuatorianos.
Las gárgolas que
deberían posarse sobre La Basílica, como otros templos europeos góticos, solo
están sobre la capilla del Sagrado Corazón de María. Las gárgolas de el templo no
representan animales mitológicos, debido a que estos fueron
desplazados en el diseño por lo tanto los animales que la decoran son animales endémicos y
exóticos de la fauna ecuatoriana como caimanes, tortugas de Galápagos, piqueros
de patas azules, armadillos, monos aulladores y pumas.
Ellos, a más de
servir como decoración, se utilizan para canalizar el agua de la lluvia. Muchas
personas manifiestan que les causa temor esta decoración. En una de las torres
está el cóndor, que simboliza el ave nacional del Ecuador. El padre Cristancho
menciona: “Su nombre se debe a que mide 115 metros, que es la cantidad que
necesita esta ave para levantar el vuelo”.
Sobre las
paredes están grandes vitrales que representan la vida de la Virgen María y de
Jesús. En la parte superior de las fachadas se hallan 24 círculos, en donde se
colocarían los escudos de los países de América. El último que fue ubicado es
el de Colombia, como gesto de fraternidad con Ecuador. Sin embargo hay varios
espacios por llenar. Algunos son las acróteras que están alrededor de La
Basílica, estos son lugares que están destinados para las figuras de los
santos.
Una frase
popular menciona que “no hay ninguna basílica terminada, porque cuando se lo
haga, se acabaría el mundo”.
Es la única
iglesia ecuatoriana bendecida por un Papa. Juan Pablo II la visitó y le dio su
bendición en 1985, pero la inauguración oficial fue el 12 de julio de 1988.
Siendo la iglesia neogótica más grande del Ecuador y de América Latina.
En el exterior de las torres están los relojes con tres esferas. El ambateño
Marcos Meza fue quien los compuso después de que su padre Luis cambiara el
reloj electromecánico original de Ernesto Lucero. Antes las campanas sonaban,
pero actualmente lo que se busca es que el turista llegue a ellas y las haga
repicar.
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